En la actualidad, lo transitorio y de corto plazo se vuelve importante. Por ello, debemos lograr estabilidad en la transmisión de conocimientos para asegurar el pasaje de cultura entre las generaciones. Ya que es muy difícil establecer lazos colectivos.
Hoy día, la escuela compite con otras agencias culturales y de saber como los medios de comunicación, Internet. ¿Quién transmite el verdadero saber?, ¿el importante para los niños?, ¿quién los forma intelectualmente?, ¿y sentimentalmente?
Los niños hoy saben que poseen derechos, saberes, y los discuten y argumentan. Se comportan como consumidores a los que debemos satisfacer, antes que como ciudadanos que buscan ser respetados. Lo que genera una falta de “límites” o de estructuración en las situaciones previstas en el aula.
Con la crisis económica y social, el escenario de la escuela Argentina se volvió más complejo, porque ahora, además, debe encargarse de la asistencia, la contención y la reconstrucción de algunos lazos sociales. Debe incluir a los sectores más marginados a la trama social colectiva.
La escuela debe proporcionar contenidos para la formación moral, contenidos para el trabajo, contenidos para la ciudadanía. Debe promover un diálogo más fluido, más abierto, con los saberes que se producen y circulan en la sociedad. Se busca que los alumnos se expresen, que se apropien de los códigos lingüísticos, que produzcan textos propios y se vinculen a la literatura de maneras más productivas y libres, valorando la imaginación. Debemos acercarnos a situaciones reales de comunicación y promover los trabajos grupales.
Hasta los libros de texto o manuales nos indican los cambios: actualmente, la organización visual de las páginas asume formatos hipertextuales, con ilustraciones, profundizaciones, resaltados, etc., que definen qué se busca decir en esa página.
Hablar de alfabetización permite referirse a la capacidad de leer y escribir distintos tipos de textos, signos, artefactos, matices e imágenes a través de los cuales nos vinculamos con la sociedad. Entonces, la alfabetización tecnológica nos permite conformar una relación crítica y productiva con las nuevas tecnologías. Permite aportar criterios, para ser más selectivos en las elecciones, que nos permita “ver” sus manipulaciones y estereotipos, “notar” sus exclusiones. Lo importante no es la tecnología sino lo que hagamos con ella, lo que enseñemos sobre sus usos y posibilidades, y también sobre sus límites.
Es fundamental, también, hacer lugar a otros conocimientos y experiencias que circulan en Internet. Poner en relación, dar sentido e interpretar lo que hallamos. Estudiar las nuevas formas de escritura, los patrones de sociabilidad, el lugar que se le da a la afectividad, etc. Vivimos en una sociedad dominada por las imágenes, desde la televisión y la publicidad; es fundamental aprender a leer esas imágenes y analizar la carga que contienen inscripta en un marco social particular. Creemos que es conveniente moverse de una visión lineal, unidireccional, adversativa y descontextualizada de los medios que prevalece en el sistema educativo.
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